Rani Bruchstein
Tel Aviv, 1973
Bruchstein, autodidacta, busca establecer una estrecha relación con sus sujetos. La relación comienza con una invitación al estudio, seguida de una breve entrevista para determinar quién encaja mejor en el proyecto. Hasta el momento ha invitado a decenas de personas, con las que ha pasado horas, si no días, cultivando la cercanía y la intimidad hasta sentir su confianza con él y la cámara. En ese momento, les pide que se revelen gradualmente, capa por capa, física y mentalmente, al mismo tiempo que los cubre de maquillaje como una máscara: se esconde por un lado y se revela y descubre por el otro.
Durante las sesiones de fotos, toma cientos de fotos en un intento de capturar el momento preciso y la expresión que se ajusta a su visión. Su objetivo es trasladar a la superficie las emociones internas: cuerpo, rostro, gestos y expresión. Bruchstein usa luces y sombras para enfatizar el estado de ánimo y las emociones mientras borra los límites.
Los colores y las capas de maquillaje se utilizan como accesorios para expresar la fuerza interior de sus modelos y difuminar la línea entre el interior y el exterior. Los personajes de Bruchstein interactúan con la Historia del Arte, así como con figuras andróginas contemporáneas. Tienen erotismo, pero es asexuado. Las fotos son minimalistas y, sin embargo, llenas de color, contraste y seducción. Los sujetos son frecuentemente fotografiados con los ojos cerrados, atrapados dentro de su mundo imaginario.